Redacción
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SAN MIGUEL DE ALLENDE.- Eran cerca de las 9:00 de la noche, en la entrada de la comunidad de Corralejo, cuando Pedro volvía a casa. 45 años, electricista de oficio, trabajador incansable.Esa noche conducía su Volkswagen Lupo 2007, regresando a la tranquilidad de su hogar, donde su familia lo esperaba.
Pero nunca llegó.
A la orilla de la carretera, justo en la entrada a la comunidad, hombres armados se acercaron para asaltarlo. Los gritos rompieron la calma de la noche. Luego, los disparos. Después, el rechinar de llantas y, finalmente, el silencio.
En ese instante, Pedro, el electricista que nunca andaba solo, que siempre estaba con su familia, quedó tirado a la orilla del camino, asesinado brutalmente por quienes le arrebataron su auto y su vida.
* Un auto robado, más sangre derramada
La tragedia de Pedro conmovió a sus vecinos, a sus amigos y, sobre todo, destrozó a su familia, que esa noche esperó en vano su regreso. Pero su historia no terminó ahí.
Horas más tarde, en la comunidad de Estancia de la Rochera, en Querétaro, su auto fue encontrado calcinado. Cerca del vehículo, un hombre baleado, otra víctima de la violencia descontrolada.
La muerte de Pedro no fue solo un número más. Fue una prueba más de la inseguridad que azota San Miguel de Allende, una ciudad donde los inocentes caen mientras las autoridades siguen sin presentar una estrategia real de seguridad.
Su familia y su comunidad claman justicia. Justicia para Pedro. Justicia para todos los inocentes que han muerto en una ciudad donde la violencia avanza sin freno.