Redacción
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SAN MIGUEL DE ALLENDE.- En un lapso de menos de 24 horas, la violencia dejó un saldo de tres hombres asesinados y torturados, además de dos más heridos de bala, en San Miguel de Allende, una ciudad malherida mientras su alcalde, Mauricio Trejo Pureco, se encuentra en España.
La ola de violencia eleva a 10 las personas asesinadas en lo que va de enero de 2025.
LOS MUERTOS
El primero de los hechos ocurrió alrededor de la 1:00 de la tarde del miércoles 22 de enero, cuando en la calle Conde de la Canal, en la colonia Santa Julia, un hombre identificado como Juan Miguel, quien vivía en situación de calle, fue atacado a balazos mientras se encontraba en un lote baldío donde residía con otras personas.
Cinco horas después, a unos 20 kilómetros del lugar del primer asesinato, dos cuerpos masculinos con señales de tortura, desnudos y abandonados uno sobre otro, fueron hallados en las canchas de la comunidad de Agustín González. Las víctimas mostraban severas huellas de violencia, un acto que evidencia la crueldad que impera en los hechos recientes.
La violencia continuó antes del mediodía del jueves 23 de enero, justo afuera del llamado “búnker de seguridad” de la ciudad, el C4, donde hombres armados dispararon contra dos personas.
Una de las víctimas fue reportada como grave, mientras que la otra sufrió heridas que no ponen en riesgo su vida. La cercanía del ataque con las instalaciones de seguridad vuelve a cuestionar la efectividad del sistema de vigilancia municipal.
VIAJANDO POR ESPAÑA
Mientras tanto, el alcalde Mauricio Trejo Pureco permanece en España, dejando el control de la seguridad y el municipio en manos de sus subordinados.
Según Comentaron fuentes al interior del Municipio, Mauricio Trejo podría permanecer en aquel país hasta después de su cumpleaños, que es el próximo 26 de enero.
En redes sociales, la ausencia del edil ha generado indignación entre los ciudadanos, quienes exigen respuestas ante la creciente ola de violencia que enfrenta la ciudad, a 100 días de un gobierno consecutivo, donde ya no tiene a quien responsabilizar de la inseguridad, porque es él mismo.
El panorama de San Miguel de Allende sigue siendo sombrío: la violencia no cesa, la seguridad parece una promesa incumplida y, para colmo, su máximo representante está a miles de kilómetros.
