Redacción
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SAN MIGUEL DE ALLENDE.- San Miguel de Allende, declarado Patrimonio de la Humanidad por su riqueza cultural y sus arraigadas tradiciones, enfrenta una creciente preocupación: el desplazamiento de sus verdaderos custodios culturales por parte de burócratas sin conocimiento profundo de las raíces ni del valor simbólico de las costumbres locales.
Durante esta Semana Santa, una de las expresiones más emblemáticas de la ciudad —la música sacra interpretada como legado del maestro Correa— fue alterada. Músicos de linaje, herederos de generaciones de tradición, fueron apartados para dar paso a figuras que, aunque conocidas en el mundo del espectáculo, poco o nada tienen que ver con el alma de las festividades religiosas de San Miguel.
Se trata de los llamados “Hermanos Aguascalientes”, Daniel y José Luis, grandes violinistas de antaño que hoy están convertidos en súbditos del Municipio, al servicio de Acacio Martínez, actual director de Cultura, quien fue designado en el cargo no por mérito, sino —según palabras del propio alcalde Mauricio Trejo Pureco— “porque no había otro”.
La molestia escaló cuando se anunció un Concierto de Música y Cantos de la Pasión de Cristo, programado para este miércoles a las 18:00 horas en el Teatro Ángela Peralta.
El evento fue promocionado como un tributo gratuito a la tradición musical del Santo Entierro. Sin embargo, no contará con la participación de músicos locales, ni del reconocido coro de tenores ni del Coro de Niños del Oratorio. Ellos decidieron no ser parte.
“Recibimos la invitación para que nuestros hijos participaran, pero todos los padres acordamos no ser cómplices de su ‘lavado de dinero’. Primero dijeron que no había presupuesto para los músicos de siempre, y ahora resulta que sí hay para montar su espectáculo. Estos hombres vinieron a lucrar con lo que es del pueblo”, dijo uno de los padres de familia, visiblemente indignado.
Detrás de esta crisis está lo que muchos califican como una “venta de la tradición”.
Señalan que algunos organizadores de eventos religiosos han cedido el control a funcionarios, no por convicción cultural, sino a cambio de “apoyos” o financiamientos que llegan con intereses implícitos. Así, las decisiones sobre quién canta, quién toca y quién participa en las ceremonias ya no se toman con base en la herencia, sino en convenios de oficina.
Esto plantea una reflexión profunda sobre el daño que puede causar la intromisión burocrática en las manifestaciones culturales de un pueblo.
Porque, como bien dicen por aquí, “con dinero baila el perro”, y en la cultura y las tradiciones, hay muchos que no solo bailan, sino que venden el alma con tal de no perder el ritmo.
La cultura no se improvisa. Se vive, se honra y se protege. Y hoy, más que nunca, San Miguel necesita que sus verdaderos guardianes recuperen la voz que los funcionarios han querido silenciar.
[…] Tradiciones en manos equivocadas: la burocracia se apodera de la cultura en San Miguel de Allende […]