Personas privadas de la libertad se reencontraron con sus madres a través de videollamadas y visitas especiales en el marco del Día de las Madres.
Redacción
nwssanmiguel@gmail.com
El sonido de una videollamada en espera no suele ser memorable, pero este 10 de mayo en los 11 centros penitenciarios del estado de Guanajuato, ese timbre digital marcó el inicio de uno de los momentos más conmovedores del año para decenas de personas privadas de la libertad.
No fue una llamada más: fue la oportunidad de ver —algunas por primera vez en años— a las mujeres que les dieron la vida.
Rostros que reflejaban alegría, dolor, reproche, amor… y, sobre todo, esperanza.
El Sistema Penitenciario Estatal organizó una jornada especial para permitir que hombres y mujeres sin contacto frecuente con sus madres pudieran comunicarse con ellas mediante videollamadas.
En un contexto de encierro y distancia, este gesto cobró un profundo valor humano.
Además, aquellas madres que pudieron asistir presencialmente a los centros penitenciarios compartieron tiempo con sus hijos en espacios acondicionados para visitas especiales.
Recibieron flores y participaron en dinámicas que fortalecieron el vínculo afectivo.
Solo basta una mirada, para el reencuentro de unas madres
En el Ceprereso de Acámbaro, un joven arrastró su silla frente a la pantalla donde aparecía su madre. De espaldas a la cámara, pero con el cuerpo inclinado hacia adelante, balbuceó unas palabras que no alcanzaron a escucharse.
Fue un momento de reencuentro silencioso, pero poderoso.
En otras áreas, internos con semblante endurecido coreaban “Las Mañanitas” y lanzaban porras a sus madres.
Algunas acompañaban con guitarras; ellas respondían con sonrisas que, por un instante, parecían borrar muros, rejas y condenas.
El Papa León XIV: Un Pontífice con vínculos profundos en Guanajuato
Estas escenas también se replicaron en el Centro de Internamiento Especializado para Adolescentes de León. Allí, los jóvenes organizaron mensajes, cartas y cantos para sus madres.
Una de ellas compartió emocionada:
“Mi hijo nunca me había dicho que me quería… hoy lo hizo”.
Luis Felipe Razo Ángeles, director general de Reintegración Social para Adolescentes, destacó el esfuerzo de los jóvenes por crear momentos significativos para sus madres.
Las actividades incluyeron juegos colaborativos, entrega de mensajes simbólicos y espacios de convivencia madre-hijo.
La maternidad que resiste desde prisión
En Guanajuato, cuatro mujeres viven con sus hijas e hijos menores de tres años dentro de los centros penitenciarios ubicados en Guanajuato capital, León y Valle de Santiago.
Allí, los menores reciben atención integral en estancias infantiles especializadas en crianza positiva y desarrollo psicomotor.
Mayra, interna en el Ceprereso de Guanajuato, lo resume con palabras sencillas pero profundas:
“Ya no quiero darle todo lo material a mis hijos, solo quiero estar con ellos”.
Ella y otras mujeres privadas de la libertad encuentran apoyo mutuo en una red que humaniza su experiencia.
También hay quienes maternan desde la distancia. Luisa, otra interna, aprendió a tejer y vendió sus creaciones en la Feria Estatal de León.
Con los ingresos obtenidos, planea apoyar a su hija en su ingreso a la preparatoria.
“Si lo logré desde aquí, también puedo salir adelante allá afuera”, expresó.
Una estrategia con enfoque humano
El Sistema Penitenciario del Estado de Guanajuato, bajo la dirección de Julio César Pérez Ramírez y en cumplimiento con las políticas impulsadas por la gobernadora Libia Dennise García Muñoz Ledo, ha fortalecido una estrategia de reinserción con enfoque humano.
Esta incluye talleres de autoempleo, acompañamiento psicosocial, educación formal y programas de fortalecimiento familiar.
“Estamos trabajando para que no haya retrocesos. Ya les estamos dando todas las herramientas para reconstruir sus vidas”, afirmó Pérez Ramírez.
Más allá de los muros donde están las madres
En cada penal de Guanajuato, el Día de las Madres se vivió con gestos que dignifican: un abrazo, una palabra de perdón, una flor, una canción compartida.
Son momentos que reafirman la humanidad, incluso en los contextos más adversos.
Como dijo una madre mientras su hija se acurrucaba en su pecho:
“Pase lo que pase, ahí voy a estar con ellos, siempre”.
Porque incluso en reclusión, el amor de una madre sigue siendo luz. Y su lucha, una forma incansable de empezar de nuevo.