Redacción
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SAN MIGUEL DE ALLENDE.- Este domingo, en la comunidad de Cruz del Palmar, se vivió un encuentro lleno de raíces, sabores y tradición: la primera Muestra Gastronómica y Artesanal de las Mujeres de la Hermandad Ñä Ñhú y Pueblos Originarios de San Miguel de Allende. Un evento que, más que una feria, fue una afirmación viva de identidad y resistencia cultural.
Desde muy temprano, el aroma del mezquite encendido en los fogones se mezclaba con las notas de música tradicional y el murmullo de las lenguas originarias.
Las tortillas ceremoniales, hechas con maíz puro y teñidas con muicle, eran cuidadosamente marcadas con sellos que cuentan historias antiguas: símbolos de herencia, de lucha y de espiritualidad.
La muestra arrancó con una ceremonia de bendición, seguida de bailables y una exposición vibrante de artesanías: canastos de carrizo, remedios tradicionales, alimentos ancestrales, el pulque, pinoles, miel, galletas y por supuesto, el amargo, esa mezcla ancestral de pulque y mezcal que ayuda todo, pero más a “curar el coraje”— tal como lo hacían sus abuelas.
Mujeres y hombres otomíes participaron como guardianes de su cultura.
A través de esta iniciativa, buscan no solo visibilizar su legado, sino también generar una red de apoyo entre comunidades. Esta es apenas la primera de varias muestras que recorrerán distintas localidades con el objetivo de impulsar el comercio justo de sus productos y tradiciones.
Entre los invitados estuvo la diputada federal Alma Rosa de la Vega, quien convivió con los participantes, escuchó sus historias y se comprometió públicamente a respaldar a los artesanos y representantes de los pueblos originarios.
“Esto no es folclor, es vida, es memoria y es futuro”, expresó una de las cocineras tradicionales mientras servía el alimento preparado con tanto amor como sabiduría.
Tambien estuvo el profesor Magdaleno Ramírez Ramírez, quien fuera presidente del Consejo Estatal Indígena y representante del pueblo ñañú.
La muestra incluyó también temazcal, limpias del alma y un espacio para sanar desde lo que la tierra provee.
Las organizadoras hicieron un llamado para que más personas se sumen en las siguientes ediciones y reconozcan que, en cada plato, en cada medicina, y en cada palabra compartida, se sostiene una parte del corazón de San Miguel de Allende.